El primer libro que leí de Babette Cole fue Mamá puso un huevo y me enamoré. Unos niños, asustados ante las tonterías que contestan sus padres cuando les preguntan de dónde vienen los niños, deciden explicarles la verdad, pizarra en mano. Una vez superado el complejo que nos obliga a mentir a los niños, a tratarlos como si fueran tontos, hacían falta libros que nos ridiculizaran un poco a los adultos. Más que nada, para que no caigamos otra vez en lo mismo y para que, si nos preguntan de dónde vienen los niños, lo pensemos dos veces antes de contestar que vienen de París, que los trae la cigüeña o que los hemos cocinado en el horno con mucho amor. Especialmente recomendable la página central doble, casi un Kamasutra inocente e infantil delicioso.
Después cayó en mis manos Mamá no me contó y tengo que reconocer que pasé un rato divertidísimo descubriendo los secretos que los niños querrían descubrir, según criterio de la autora.
Pero siempre que he hablado de Babette Cole con otros lectores, que he buscado información por internet o leído entrevistas de la autora o sobre la autora, encuentro una voz que se levanta enfadadísima porque los libros de Cole no resuelven las dudas de los niños, no dan una visión clara y realista sobre el sexo, la adopción o la utilidad del ombligo. Y entonces yo me enfado más aun que esas voces porque me sigue sorprendiendo que los padres y los educadores nos empeñemos en delegar nuestras funciones en los libros. Mamá puso un huevo puede ayudarnos a hablarles de sexo, puede servir como apoyo para explicar el complejísimo proceso de la vida, pero no nos sustituye. Nadie debería intentar resolver las dudas de un niño de cuatro años (ni de seis, ni de ocho…) largándole un libro. Cargar contra Babette Cole es tan absurdo y tan injusto como lo sería enfadarse con una sartén porque no nos hace la comida sola. Si mi sartén es buena, será más fácil cocinar, simplemente.
Esta semana he leído La princesa listilla y me ha encantado. Niñas del mundo, no necesitáis un príncipe. Niños del mundo, porque esta vez no se trata de una cuestión sexista, vosotros tampoco tenéis que uniros de por vida a una princesa. He leído varios álbumes que defienden el derecho a elegir pareja, sea del mismo sexo o de sexo diferente, libros que defienden al blanco con el negro, a la hormiga con el elefante, a dos pingüinos macho que deciden ser padres… Pero no conocía, que no digo que no lo haya sino que yo no lo conocía, un cuento que defendiese el derecho a estar solo, a ser feliz sin vivir en pareja. Seguro que no tardo en escuchar a alguien enfadado porque Babette Cole está en contra de la felicidad en pareja, ay.
Papás, mamás, educadores: no demonicéis los libros de Babette Cole (ni de ningún otro autor). Usadlos, estrujadlos, exprimidlos, disfrutadlos, pero tampoco esperéis que ellos ocupen vuestro lugar. Elegid una buena sartén y suerte en los fogones.
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