Ayer asistí de invitada a la clase de un compañero. Es un taller de relato y les tocaba hablar de literatura infantil. Como ese material teórico es mío, Enrique, el profe, tuvo a bien invitarme, supongo que porque no sabía cuánto puedo enrollarme cuando algo me gusta. Me había «dejado» veinte minutos para hablar con sus alumnos y tardó cuarenta y cinco en lograr que me fuera. Siempre me pasa. La literatura infantil es mi pasión, además de ser (parte de) mi medio de vida.
La semana pasada escribía Nando López en sus redes sobre la invisibilidad de nuestro gremio; hace dos semanas me llamaron como especialista de literatura infantil y juvenil para invitarme a algo que me hace especial ilusión. Seguro, segurísimo, que hay nombres mejores que el mío, pero me llamaron. Este fin de semana he terminado una novela infantil y, cuando lo conté en Facebook, todos mis conocidos se han alegrado, como se alegraron cuando quedé finalista en un premio, unos días antes. No es que hayan puesto una manita o un corazón, es que sé que se han alegrado. Porque, como les explicaba ayer a los alumnos de Enrique, la literatura infantil y juvenil es una isla. O, más bien, la aldea irreductible de los galos.
Literatura serie B. Poco importante. Fácil. Todos los que nos dedicamos a esto hemos oído alguna vez preguntas como: ¿Cuándo vas a escribir algo de verdad? ¿Con la literatura de verdad no te atreves? ¿Por qué no escribes algo serio? Y, ojo, que no (siempre) se dicen con mala intención ni con desprecio, y eso es lo grave. A veces nos las han dicho personas que nos quieren mucho, autores de otros sectores editoriales que nos valoran, lectores, incluso, que desean leernos y piensan que esto que escribimos no es para ellos, que más allá del favor de leer a un amigo, poco van a encontrar en una novela infantil o juvenil.
Tal vez sea por eso. Tal vez ese ataque constante, ese menosprecio, esas miradas por encima de la montura de unas gafas pasadas de moda sea lo que nos ha hecho unirnos. Porque no sé de otro grupo, otro sector relacionado con el arte, donde los egos sean más pequeños. Nos conocemos por las caras, por los nombres, no por los títulos publicados.
Solo os contaré unas cuantas anécdotas.
Cuando un librero de infantil abre una librería nueva, los demás, la competencia, se vuelcan para ayudarlo. En la Feria del Libro de Madrid se organiza cada año un picnic de libreros. Nos invitan a autores, editores, ilustradores… Da igual quién seas, si te gustan los libros para niños y adolescentes, eres bienvenido. Santiago García-Clairac nos reúne de vez en cuando en cenas y comidas. En la primera a la que asistí había unas veinte personas, en la última más de cincuenta. Y en esa, precisamente en esa última cena, me dediqué un rato a mirar las mesas en las que se mezclaban autores con una trayectoria que cualquiera envidiaría o, al menos, admiraría con autores noveles. Pero también había editores, ilustradores, cuentacuentos. Amantes, a fin de cuentas, de la literatura infantil y juvenil. A principios de año, Elena, una librera con tanta energía como paciencia, organizó el Festival de Literatura Infantil y Juvenil de Tres Cantos y allí que nos llevó a todos. Noveles, consagrados, jóvenes, viejos… Y comimos, otra vez, más de cincuenta.
A veces me digo que es una visión mía, que cuando me invade el espíritu flower power me convenzo de que todo a mi alrededor es bonito. Pero entonces miro los títulos que estoy leyendo o que tengo pendientes de leer y veo un montón de novelas escritas a cuatro manos, a seis, a ocho. ¡¡A veinte!! Por Dios, hay una novela, Aurora o nunca, escrita por diez autores. Ojo, no es una antología de cuentos (que también proliferan), es una novela. Y me río sola pensando en lo que sería juntar a diez autores de literatura general y ponerlos de acuerdo en algo, aunque solo fuera en el menú de una cena.
Hace cinco años pusimos en marcha un itinerario formativo de Literatura Infantil y Juvenil en la Escuela de Escritores. Hemos invitado a autores, editores, ilustradores, libreros, traductores, agentes… Ni uno, ni uno solo, de todos los profesionales con los que he contactado se ha negado a venir o ha declinado amablemente la invitación. Y, podéis creerme, muchos de ellos podrían mirarme por encima de la montura de sus gafas cuanto quisieran. Pero jamás lo han hecho.
Me gusta esta isla. Me gusta esta aldea que resiste el ataque constante, lento, silencioso de otros sectores, esta aldea que no aparece en los mapas. Esa marmita llena de amor por lo que hacemos. Solo eso. Que no es poco. Y tal vez yo, que no me callo nunca, que cuando me dejan hueco me como media clase, aunque me hayan pedido que solo ocupe veinte minutos, que hablo mientras otros comen y mi comida se enfría en el plato, tal vez yo, decía, sea el bardo. Pero nadie me ata ni me amordaza. En eso, somos incluso mejores que los galos.
Totalmente de acuerdo. Cuando me dicen algo así como que es más fácil escribir para niñas/os les hago el desafío pues sí, cuando logren que un grupo de pequeños haga silencio y escuchen tu cuento o lo lleven a su cama para leer cada noche, cuando lo logres, verás qué fácil es! Abrazo 🤗
Gracias por el abrazo, María Luisa. Me lo quedo y te mando otro de vuelta. Y sí, es fácil desde fuera, pero eso ya lo sabemos hace tiempo.
Una crack, eso es lo que eres, aunque hagas literatura para enanos, muy grande
Y tú público cautivo 🙂 <3
¡Por Tutatis, estoy llamando a la empalizada! ¡Soy yo, Enriquecarlox!
Preciosa defensa de lo nuestro, Chiki. Un placer leerte, como siempre. ^__^
La verdad, Enriquecarlox ;-), lo nuestro se defiende fácil. Gracias por el apoyo, como siempre.
Compi, somos más que los galos. Nosotros compartimos el jabalí sin excepciones. Y hasta seríamos capaces de aceptar a los Romanos en nuestra mesa. Porque, afortunadamente, los locos somos los LIJeros.
Y que nos dure la locura, compi. Que nos dure mucho.
Cuando te leo haces muy feliz a mi niño interior 😉
Qué bonito leerte, Diego. Un millón de gracias <3
Fíjate que yo pienso al revés. Escribo para adultos porque me parece dificilísimo hacerlo para niños o adolescentes. Mi hijo (11a) me propone temas, relacionados con los libros que le gustan, y siempre le digo que si lo escribimos juntos, vale. Yo sola no me atrevo. Les tengo (y os tengo a vosotros escritores de infantil y juvenil) un enorme respeto. ¡Enhorabuena por hacerlo! Dios salve a la Galia, que digaaaa, a vuestra irreductible y hermosa isla.
Gracias, Pilar. Cuando quieras venir a la aldea, te invitamos a jabalí.
Acabo de descubrir tu blog y seguiré leyéndolo. Es cierto que para la mayoría somos un equipo de segunda división, pero también hay mucha gente que me dice: me parece tan difícil escribir para niños. Y yo les digo que no es tan difícil, que solo hay que volverse un poco niño, recuperar las ganas de jugar, no considerarlos unos tontitos que hay que adiestrar. Y es verdad el buen ambiente, como cuentas, que existe entre todos los que se dedican a cualquier faceta que tenga que ver con la literatura infantil y juvenil.
Qué bien que me hayas descubierto 🙂 Bienvenida. Y qué bien también que compartamos ese espacio confortable y seguro que es la LIJ.