Un olé grande para esos vecinos cariñosos y agradables que te encuentras en el bus y te dicen que estás muy delgada y, cuando sonríes con un “gracias” a medio salir, te dicen que luego engordarás más y muy rápido y que, tan flaca, se nota más que estás estropeada. Y se despiden con un: “tú come, que no merece la pena”.
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