El revisor del tren nos ha salido poeta, o constructor de metáforas o tal vez un orador frustrado.
Una mujer le tiende el abono transporte y él ríe. “Eso no vale aquí”. La mujer va a Aranjuez, estaba en la plataforma, ha visto que el tren iba a Aranjuez y ha subido, sin más. Pero él le explica insistentemente, casi como si tuviera dificultades de comprensión, que no es lo mismo un cercanías que un media distancia. “Seis euros con cinco de diferencia”. Solo él ríe sus gracias a estas alturas.
La mujer paga, un hombre sentado unas filas más allá le da cinco céntimos porque no tiene cambio. Todo resuelto. Pero no.
-Mire usted -dice el revisor-, usted puede ir al corte inglés y comprar un jamón por sesenta euros. O comprarlo por seiscientos sesenta. Y en los dos casos, va a llorar. En el primero por lo malo que es y, en el segundo, porque en toda su vida no ha probado cosa igual.
Al terminar su alarde metafórico se vuelve y nos busca con la mirada, como esperando el aplauso.
-Eh, que solo se ha confundido de tren -dice el hombre de los cinco céntimos.
Y ahí sí, todos asentimos o hacemos algún gesto.
Deja una respuesta