Es tiempo de inconformistas. El autobús llega a la parada y hay un taxi ocupando justo el lugar en el que tiene que parar. Se detiene en doble fila y abre la puerta, pero la viajera dice que con el taxi ahí no se baja. Cierra la puerta, avanza unos metros, se aproxima a la acera y vuelve a abrir. La señora de niega a bajar, porque no es una parada. Avanza hasta la parada siguiente y la señora monta un pollo a gritos, porque tiene que andar hasta la parada anterior.
Toda mi solidaridad con el colectivo de conductores de la EMT, qué paciencia.
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