
Me cuenta Maite que ayer, mientras leía La Leyenda del Vínculo en el metro (gracias, querida, por leerme), alguien dejó el marcapáginas de la foto entre sus dedos. Lo dejaron con tanta delicadeza, que no se dio cuenta hasta que llegó a su parada y cerró el libro.
Y me escribe.
Y me lo cuenta.
Porque es mi libro y porque ha pasado en el metro. Y me emociona saber que algún resorte inconsciente lleva a una lectora a pensar en mí cuando este Madrid que adoro y este metro que defiendo se juntan para regalarle una sonrisa.

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