Llego a la parada justo a la vez que el autobús y subo sin mirar a nadie. Me he colado a dos señores, así que, cuando me doy cuenta, me disculpo. Muy amables, sonríen, dicen que no importa, vuelven a sonreír… Me suenan sus caras de otros días.
Me siento y ellos quedan delante, charlando con el conductor, que les dice:
-Por los pelos, pero hoy sí ha venido.
Y uno de los dos señores contesta:
-Pero viene sola, me gusta más cuando viene la hermana, la del pelo azul.
Y así han ido un rato, discutiendo si somos hermanas. Y me ha dado vergüencita decirles que sí, por si no hablaban de nosotras.
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