Los paraguas vueltos por el viento siempre me parecen de dibujos animados.
Desde la parada, sonrío, aunque el pobre hombre que sufre el viento vuelveparaguas esté hablando por teléfono y no sepa a qué atender. Me disculpo, hombre desconocido, por la sonrisa que te habrá sentado como una patada en el estómago.
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