De la serie “cosas divertidas que pasan en el metro”, al salir del vagón he perdido la suela del zapato (que está viajando solita camino de Alameda de Osuna). El caso es que al pisar el la escalera he notado el frío y he pensado “jo, que suelas tan finas, sobre todo la del izquierdo”.
Y aquí estoy, disimulando, descalza por estas aceras tan limpias de Madrid.
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