La señora del asiento contiguo al mío en el bus habla por teléfono de los exámenes que han hecho sus hijos, Carlitos y Ana, hoy. Mientras, yo hablo por teléfono de los exámenes que han hecho mis hijos, Carlos y Anita, hoy. Y al colgar nos miramos y sonreímos.
Algún día escribiré mis aventuras autobuseras.
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