Una señora habla por teléfono a volumen prohibido por la OMS, dos asientos por delante.
Un señor comenta cada cosa que ella dice, en bajito, un asiento por detrás.
Mejor que la tele, el cine y el teatro juntos.
Ella: que me ha dicho que estoy bien, pero me opera.
Él: de la cabeza te podía operar.
Y así hasta Puerta de Toledo, porque ninguno de los dos tiene pinta de bajarse.
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