
Se acerca el primer día de taller y empiezo a darle vueltas a la metáfora que usaré para hablar de la escritura. Yo soy muy de metáforas, pero la del corredor de fondo se me hace manida, más o menos a la altura de los corazones desbocados o las mariposas en el estómago y solo un puntito por debajo de los labios de rubí y los dientes de perla. El sexo tampoco es que sea la metáfora más original, pero al menos tiene morbo, lo que garantiza atención y risas. Además, no he salido a correr en mi vida, pero de relaciones estables sé un rato, que llevo veinticinco años casada.
La escritura, como un novio nuevo, nos hace ojitos. Y aunque todos se empeñen en decirnos que vayamos poco a poco, que no nos hagamos demasiadas ilusiones, la parte irracional que llevamos dentro nos sorprende planeando una vida juntos, niños, viajes, paseos por el parque de los jubilados… Y besos, muchos besos. Nos vemos con un libro en las manos, con cien lectores escribiéndonos cartas de admiración rendida, con editores que pelean por nuestra obra. Con el paseo por el parque de los jubilados, a primera hora de la mañana, cogidos de la mano y comentando el día. Pero eso tarda. A veces ni llega. La mayoría de las veces, quiero decir, no llega.
Escribir es mandar flores, cien mensajes románticos, veinte subidos de tono (que tampoco hay que pasarse y lo bueno hay que dosificarlo), preparar el desayuno y abrir la puerta de la ducha por sorpresa. Escribir es una conquista de a pocos. Que el polvo loco de una noche está bien, está muy bien, pero hay que levantarse al día siguiente y saludar con cariño, aunque no tengas ganas, tostar pan para dos, aunque el cuerpo te pida tirarte en el sofá a comer donuts. Y no un día. Todos. Cada mañana. Cada puñetera mañana de las veintemil que faltan para el parque de los jubilados. Y es seguir enamorado cuando descubres que no siempre huele tan bien como aquella primera noche, que a veces besar es solo una costumbre, que le suda la mano cuando agarra la tuya. Pero compensa. Compensa con un lector que es un beso, con una crítica que es un abrazo por sorpresa cuando estás cocinando (no nos engañemos, yo no cocino, pero era una buena imagen y esas no hay que desaprovecharlas), con una llamada de un editor que es el sábado de camisa limpia o con una presentación abarrotada, como una noche de energías inagotables, champán y pétalos de rosa sobre la cama. Vamos, todo eso que sale fácil los primeros días y que a medida que pasa el tiempo cuesta más.
Pues vaya. La escritura no es como el sexo. Es más bien al revés. No empiezas por la magia y luego vas dejando que se convierta en una dulce costumbre, en una maravillosa costumbre. Para escribir, para llegar a la carta, al editor, a la crítica, a la presentación (a los premios, los laureles, los fotógrafos esperando a que bajes del tren…) hace falta meter muchas horas de costumbre. Es una inversión a largo plazo, pero esa sí que es una metáfora asquerosa. Es un paseo por el parque, mil noches de conversación solo por el placer de conversar, sin pensar todo el rato qué ropa interior llevas o si te has depilado, es paciencia, es constancia, es aguantar que se despierte a tu lado con el pelo aplastado por ocho horas de rendición en la almohada, los ojos con legañas, los labios hinchados y besarlo porque sabes, porque confías, porque quieres que a muy largo plazo, abra la puerta de la ducha y te sorprenda, tueste pan para ti o te asalte por la espalda mientras cocinas.
El amor no se planea. El amor llega y se hace hueco y lo aparta todo y (a veces) nos vuelve gilipollas. La escritura no. La escritura es un trabajo. Es un trabajo por el que al principio nadie nos paga, un trabajo en el que tenemos que aprender, insistir, mejorar, aceptar que otro que sabe más nos diga que no vale. Es un trabajo en el que la promoción es difícil, la competencia atroz, las plazas de arriba están muy contadas. Pero un trabajo que nos gusta. Nos satisface.
Hay un dicho, proverbio, chiste o vaya usted a saber cómo llamarlo que habla del sexo en las relaciones largas. Si durante los primeros cinco años pones una moneda en un bote por cada vez que practicas sexo, los siguientes veinte años puedes sacar una moneda cada vez que lo hagas y no vaciarás la hucha. En la escritura puedes ir metiendo monedas cada vez que te sientes a escribir, a planificar, a pelearte con las teclas con la ilusión de llegar a algún sitio y sacar una moneda cuando un lector te diga que le ha gustado, cuando un editor te llame, cuando leas una buena crítica o cuando te cruces en el metro con alguien que lee lo que tú has escrito. Y apuesto que no vacías el bote.
Y a pesar de todo, compensa. Y a pesar de todo, somos muchos los que guardamos monedas en un bote. Porque, como en el amor, como en el sexo, hay que disfrutar del camino y no dejar que las expectativas sobre el futuro nos aplasten.
Tal vez no sea una buena metáfora. Tal vez les hable a mis alumnos de las carreras de fondo, de las inversiones a largo plazo. O tal vez solo les diga que la escritura es placer, pero también es trabajo y zanjemos la cuestión en dos minutos. Así tendremos tiempo de ponernos a escribir. O de irnos de cañas a soñar juntos con ser grandes escritores, que todo es posible.
Me encanta, qué te voy a decir
Ejem, mariposas, ejem. Genialísimo el post, me ha encantado.
Era un guiño 🙂 Gracias, Ana.
Fantástico. Me ha gustado muchísimo, lo comparto.
Muchas gracias, Sonia
Dices todo tan claro que me apuntaría a tus clases (otra vez) solo por el placer de asentir con la cabeza mientras digo en bajito: “esta es mi chica”
Genial!!!
Qué bonita manera de expresar eso sobre lo que llevamos tanto tiempo hablando. Es tan bonita que te has saltado las lágrimas, los desengaños, las ETS, los imprevistos… Y es tan acertada que, hasta intentando quitarle «boniticidad» con estas tonterías, lo único que puedo hacer es enriquecer tu metáfora.
Querido David, nuestra visión de la escritura, esa de la que hablamos tanto, hace que seamos yin y yan, yo señalo lo bonito y tú lo amargo y ni yo soy tan optimista ni tú tan pesismista. Es el papel que hemos elegido o el cristal ese de las metáforas manidas
🙂
El mejor elogio que puedo hacer a este artículo es que ha dejado sin palabras a una verborreica como yo. Soy también una enamorada de las metáforas. En mi trayectoria por la escuela de escritores he sangrado cada vez que un profe o un compañero le han metido la tijera a una, y si eso fuera literal, ahora mismo un vampiro pasaría de morderme porque iba a chupar bien poco. Y también peco de muchas frases manidas. Así que te diré que lo que cuentas en tu artículo se podrá decir más alto, pero no más claro (frase manida), y desde luego nunca se dirá de modo tan bonito (pequeña aportación de toque original).
PD: Aquí van una verdad y una mentira. Es verdad que soy verborreica aunque no lo creas (¡¡muchas risas!!). Y, evidentemente, al final ha sido mentira que me dejaras sin palabras…(¿otras risas?)
Muchos besos y enhorabuena por la entrada. Genial. (Con lo bien que hubiera quedado escribiendo solo esto…) 😉
Gracias, Adela. Crearemos el club de las metáforaadictas. 🙂
Me enamoró la historia. La has bordado en tu reseña. Enhorabuena.
Me ha gustado mucho, Chiki. Un saludo.
Muchas gracias, Ana. Me alegro de que te haya gustado 🙂
¡Qué bonita manera de expresarlo! Animarnos al trabajo perseverante y constante sin utilizar palabras duras. Mola. Yo también soy muy de metáforas y comparaciones en mis artículos. Me dejo los sesos inventando nuevas para no caer en las que utiliza todo el mundo.
Felicidades
Gracias, Pilar. Vamos a fundar el club de amigos de la metáfora 🙂
Me ha encantado Chiki, aunque al final sea tu único post del año ;P ha valido la pena
Gracias. Espero que no sea el único:-)
¡Genial! Me llenó el alma de saber que no soy la única que piensa así.
Me llenó de imágenes y palabras bonitas. Y de muchas ganas de seguir a pesar de que, a veces, se vuelve complicado.
Abrazo fuerte desde Buenos Aires.
Muchas gracias, Mónica, por tus palabras. Un abrazo.
Clara y acalorada que sigue subiendo. También cuenta que todas las monedas no son iguales, ni los polvos. Aunque claro, debe haber una cantidad para denominar un conjunto. Se agradece mucho tu simpatía y el líquido que nos viertes.
Alegría versus alegrías.
Gracias, Beatriz. Un placer verter líquidos 🙂
Qué grande, Chiki.
Gracias, Eva.
Buenísimo.
Gracias, Gonzalo.
Chiki: Me dejas flotando entre las nubes con ese artículo de altos quilates. Acaso puedo aspirar a un lugar en la larga fila de tus admiradores.
Gracias
Jomas
Jorge, muchas gracias. Es bueno que flotes 🙂 Bienvenido a mis nubes.
Señora chiki, ya debe llevar alguien tiempo a dos velas como para que el cuerpo le pida tirarse el sofá…
Jaja, corregido, gracias por el apunte.
Love it
¡Gracias!
Enhorabuena a tus alumnos. Les ha tocado el gordo.
A mí me toca más, te lo aseguro. Muchas gracias
!Que fluidez! Genial, me ha en encantado!
Gracias 🙂
Las solteronas sabemos poco de todo eso aqui si que es todo imaginacion
Nunca es tarde 🙂
Excelente, inspirador y divertido. Gracias
¡Muchas gracias!
¡Gracias! Es una maravilla leerte. Se nota que llevas 25 años con tu chico. También lo he vivido (sin metáforas) y fue fantástico. Me emocionó.
María del Carmen.
Gracias a ti, por leerme con cariño.
La escritura es el amante, el marido, la pareja celosa. No consiente rivales. Además de despertarte en horas intempestivas, igual espera verte muy cómodo tumbado en el sofá con un libro abierto en un día de lluvia para exigir atención plena y absoluta. Eso es Poder. No lo sabemos desde el primer momento y tampoco nos importa.
Gracias por esta crónica especial.
Gracias a ti, por seguirme en el juego de las metáforas 🙂
Me encanta Chilki como vas hilvanando las ideas del amor con las de la escritura en cada párrafo, con gran habilidad conecta las conceptos del placer y del esfuerzo que se requiere para sostenernos en ambas ilusiones.
Muchas gracias, Márgara, me alegro de que mis metáforas te resulten así de atractivas 🙂
Que belleza.. y que magnifica la manera tan sencilla de hacernos entender la escritura..no soy escritora.. pero siempre he encontrado en ella la forma de decir aquello que no me atrevo; para mi,escribir es la forma en la que materializo las películas que me hago en la cabeza cuando voy por la calle, en el autobús o mientras bebo un chocolate caliente en el café de siempre los domingos por la tarde..
Muchas gracias, Jacqueline. Yo creo que todos los que escribimos nos montamos también esas películas. Qué aburrida sería la vida si no 🙂
la escritura creativa y el sexo, es interesante el tema, pero siempre es importante el lenguaje en el que se habla, el sexo es placentero.la escritura creativa es la facilidad de hablar y escribir y trasmitir lo bello.
Gracias. muchos saludos bay Francisca.
Muchas gracias, Francisca. También hay placer en la escritura, al menos en mi caso. Si no, me habría buscado otra profesión 🙂